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En Santiago, la capital chilena, el barrio de La Legua (ubicado en la comuna de San Joaquín) recibe su nombre por estar a aproximadamente 6 km (6000 m) de la Plaza de Armas de la ciudad, distancia equivalente a la medida de una legua.
La población inicialmente fue parte de San Miguel, pero fue integrada en San Joaquín después de la reforma comunal desarrollada en 1981 durante la dictadura militar.
Su nombre se debe a que se ubica a solo una legua de la Plaza de Armas de Santiago. En sus primeras décadas destacó por su fuerte compromiso político, siendo considerada un bastión de la izquierda. En los últimos años ha sido estigmatizada por ser un barrio donde abunda el tráfico de drogas y la delincuencia.
Historia
Una de las primeras poblaciones de la capital, surgió producto de la propia acción de sus fundadores, obreros venidos del norte cuando declinaba la industria del salitre y de campesinos de la zona centro sur que llegaban a Santiago en busca de nuevas oportunidades tras la crisis de 1930. De esa etapa proviene una fuerte influencia del Partido Comunista. De hecho, uno de sus diputados, Abraham Quevedo Vega, construyó su casa allí en 1928. Este sector, más antiguo y consolidado, se denomina hoy La Legua Vieja. Luego, se sumaron nuevos pobladores, entre ellos un grupo proveniente de la toma de terrenos, en Lo Zañartu (al sur del Estadio Nacional), realizada en 1947 y que a comienzos de los años 50 fue trasladada a La Legua. En este grupo también había presencia de dirigentes comunistas. Así nació La Legua Nueva.6 Más tarde se produjo una asignación de casas de emergencia cuando el problema habitacional hacía crisis en Santiago. Entonces nació La Legua de Emergencia, en 1951.
Una vez consolidada como población, en los años 40 y 50, La Legua destacó como barrio popular por su rica historia cultural asociada a sus luchas sociales y su modo de vida, elementos que en su conjunto la configuran como un territorio de un carácter único (asociado a la "identidad legüina"), y a la vez representativo de la historia de los pobladores de Santiago.
El Golpe de Estado de 1973
Durante el golpe de Estado encabezado el 11 de septiembre de 1973 por el general Augusto Pinochet contra el gobierno del socialista Salvador Allende, muchos habitantes de La Legua combatieron contra las fuerzas militares; fue la única comunidad urbana popular en que los jóvenes rechazaron en combate abierto la imposición de la dictadura militar, siendo apoyados por trabajadores de SUMAR, industria vecina de La Legua, que ya había hecho noticia por resistir un allanamiento realizado por la Fuerza Aérea, tres días antes del golpe, el 8 de septiembre.
En La Legua se resistió y rechazó a fuerzas tanto de carabineros como del Ejército, al mediodía y en la tarde del día 11. Un bus de carabineros fue completamente inutilizado y un helicóptero del Ejército debió reportar emergencia y regresar a su base cuando fue alcanzado por varios proyectiles. Una ambulancia de la policía debió retirarse también, luego de un enfrentamiento en las inmediaciones de la parroquia San Cayetano. Después de estos acontecimientos, las amenazas y acciones represivas se sucedieron con rapidez; tres pobladores perdieron la vida el mismo 11, otros tantos al día siguiente y en los días que siguieron.
El domingo 16, al amanecer, vuelos rasantes de aviones hicieron crecer la amenaza de un bombardeo y, más tarde, un operativo conjunto de infantería, tanquetas y helicópteros castigaron a La Legua, allanando sus casas y tomando personas detenidas.
Actualidad
Actualmente la población se encuentra bajo la jurisdicción de la comuna de San Joaquín y sigue siendo azotada por la delincuencia y el narcotráfico. Ha sido intervenida por el Estado en varias ocasiones para combatir estos flagelos que la mantienen en la marginalidad.
Unos cuatro mil pobladores viven en la zona llamada La Legua Emergencia, que ha quedado estigmatizada por el control y dominio que ejercen sobre ella y su gente varios narcotraficantes, sicarios y delincuentes, lo que ha llevado al aumento de la pobreza, marginalidad y aislamiento de la población, esto se ejemplifica con el hecho de que el 60% de sus residentes vive bajo la línea de la pobreza frente al 12% comunal (hay que agregar que un 20% de los pobladores viven en la indigencia).
Organizaciones
La Legua se caracteriza por poseer una amplia trama de organizaciones sociales y comunitarias, tales como la parroquia San Cayetano, construida por los mismos pobladores en los años 50 y dirigida por el sacerdote Mariano Puga entre 1994 y 2002, las juntas de vecinos y los clubes deportivos.
Existen muchas organizaciones entre las que destacan el Centro Cultural y de Comunicaciones La Garrapata, que dirige la radio La Ventana en el dial 103.7 FM, transmitiendo música y programas en directo, además del canal de televisión LeguaTV, que transmite todos los fin de semana para señal abierta a través del canal 3, desde la calle San Gregorio en donde se sitúan las dependencias del centro comunitario de La Legua.
La apertura de La Legua.-Diciembre de 2018
La Legua nació con muros. Desde sus inicios como toma de terreno, entre las décadas de los 40 y 50, en su límite norte siempre tuvo paredones de concreto que convertían sus pasajes en callejones sin salida. La expropiación en 2012 de 4,2 hectáreas de terrenos pertenecientes a la Embotelladora Andina, el histórico vecino, derivó en la creación de 200 casas, 44 departamentos, plazas y calles con ciclovías. La apuesta intenta variar el contexto de la población, hoy marcado por el narcotráfico y la disputa armada por el territorio entre diferentes bandas.
Sin embargo, a este primer paso quedó pendiente la apertura de los pasajes. En 2017, el gobierno de Michelle Bachelet abrió Álvaro Sánchez Pinzón y Karl Brunner. Pero el plan de intervención urbana había quedado incompleto, hasta este miércoles, cuando el gobierno del Presidente Piñera culminó la demolición de los últimos cinco pasajes y concretó la apertura de La Legua.
Los trabajos estaban planificados desde hace semanas, pero las giras del Sebastian Piñera, primero, y luego la muerte de Camilo Catrillanca prorrogaron las obras. A partir de las 5 horas, una cuadrilla de siete trabajadores comenzó a preparar el escenario, que se concretó pasadas las 7.30, ya con el Presidente Piñera en el lugar y ordenando por radio a la retroexcavadora que derribara el muro del pasaje Ñuño da Silva. Consecutivamente, se materializaría la misma caída de ladrillos en Sánchez Calchero, Santa Catalina, Francisco de Zárate y Santa Elisa.
“No solamente estamos botando los muros físicos, sino que también estamos empezando a botar los muros de la pobreza, de la estigmatización, muros que durante tanto tiempo han afectado la calidad de vida de los habitantes de La Legua”, dijo Piñera, con los escombros de la desaparecida pared de fondo y las casas bajas de la Legua Emergencia vistas por primera vez desde la calle Mataveri.
Al interior de los pasajes, y ante la masiva presencia de autoridades, policías y medios de comunicación, Inés se asomó con cautela para conocer su nuevo contexto. “Esperemos que sea para mejor”, dijo. Sin embargo, las opiniones son diversas. Una de las vecinas de Ñuño da Silva, quien se negó a dar su nombre, consideró que la apertura permitirá que los tiroteos se produzcan en un nuevo sentido, antes impedido por los muros, y que aumente el riesgo. “Acá tiran un petardo y se agarran a balazos”, indicó.
Para las 17 familias que desde ahora quedaron enfrentadas a La Legua Emergencia, los disparos son su principal preocupación. Y no exageran. Producto de esta opción, el gobierno blindó cada una de las viviendas con fuertes paredes de cemento. “Esperemos que no ocurra lo mismo que con los muros anteriores. Que apenas cayeron comenzaron los tiroteos”, dijo uno de los propietarios de estas viviendas.
De las 22 casas construidas en calle Mataveri, cinco familias aceptaron subsidios en otros lugares y se fueron. En dos de estas viviendas vacías se instalará la PDI con una unidad de atención comunitaria, cuyo objetivo es lograr un acercamiento con la comunidad de La Legua, dar protección al entorno y canalizar ciertos focos de delincuencia. Para ello, la policía tendrá presencia permanente y contará con profesionales del ámbito social. “Seremos un vecino más”, dijo la subcomisaria Priscila Muñoz, del Departamento de Apoyo y Acción Comunitaria.
La caída de los muros es el comienzo de las obras que se realizarán en el lugar durante aproximadamente dos meses. Además de la limpieza de los escombros y la basura contenida en los paredones, se nivelarán las calles para permitir el paso de vehículos, así como la instalación de iluminación led en cada acceso.
El desarrollo del barrio desde sus inicios hasta la actualidad, pasando por los cuatro hitos que fueron dando forma al barrio: Legua Vieja (1920), Nueva La Legua (1947), Emergencia La Legua Sector I y II y los Jardínes de San Joaquín (2017).
La apertura de La Legua.-Diciembre de 2018
La Legua nació con muros. Desde sus inicios como toma de terreno, entre las décadas de los 40 y 50, en su límite norte siempre tuvo paredones de concreto que convertían sus pasajes en callejones sin salida. La expropiación en 2012 de 4,2 hectáreas de terrenos pertenecientes a la Embotelladora Andina, el histórico vecino, derivó en la creación de 200 casas, 44 departamentos, plazas y calles con ciclovías. La apuesta intenta variar el contexto de la población, hoy marcado por el narcotráfico y la disputa armada por el territorio entre diferentes bandas.
Sin embargo, a este primer paso quedó pendiente la apertura de los pasajes. En 2017, el gobierno de Michelle Bachelet abrió Álvaro Sánchez Pinzón y Karl Brunner. Pero el plan de intervención urbana había quedado incompleto, hasta este miércoles, cuando el gobierno del Presidente Piñera culminó la demolición de los últimos cinco pasajes y concretó la apertura de La Legua.
Los trabajos estaban planificados desde hace semanas, pero las giras del Sebastian Piñera, primero, y luego la muerte de Camilo Catrillanca prorrogaron las obras. A partir de las 5 horas, una cuadrilla de siete trabajadores comenzó a preparar el escenario, que se concretó pasadas las 7.30, ya con el Presidente Piñera en el lugar y ordenando por radio a la retroexcavadora que derribara el muro del pasaje Ñuño da Silva. Consecutivamente, se materializaría la misma caída de ladrillos en Sánchez Calchero, Santa Catalina, Francisco de Zárate y Santa Elisa.
“No solamente estamos botando los muros físicos, sino que también estamos empezando a botar los muros de la pobreza, de la estigmatización, muros que durante tanto tiempo han afectado la calidad de vida de los habitantes de La Legua”, dijo Piñera, con los escombros de la desaparecida pared de fondo y las casas bajas de la Legua Emergencia vistas por primera vez desde la calle Mataveri.
Al interior de los pasajes, y ante la masiva presencia de autoridades, policías y medios de comunicación, Inés se asomó con cautela para conocer su nuevo contexto. “Esperemos que sea para mejor”, dijo. Sin embargo, las opiniones son diversas. Una de las vecinas de Ñuño da Silva, quien se negó a dar su nombre, consideró que la apertura permitirá que los tiroteos se produzcan en un nuevo sentido, antes impedido por los muros, y que aumente el riesgo. “Acá tiran un petardo y se agarran a balazos”, indicó.
Para las 17 familias que desde ahora quedaron enfrentadas a La Legua Emergencia, los disparos son su principal preocupación. Y no exageran. Producto de esta opción, el gobierno blindó cada una de las viviendas con fuertes paredes de cemento. “Esperemos que no ocurra lo mismo que con los muros anteriores. Que apenas cayeron comenzaron los tiroteos”, dijo uno de los propietarios de estas viviendas.
De las 22 casas construidas en calle Mataveri, cinco familias aceptaron subsidios en otros lugares y se fueron. En dos de estas viviendas vacías se instalará la PDI con una unidad de atención comunitaria, cuyo objetivo es lograr un acercamiento con la comunidad de La Legua, dar protección al entorno y canalizar ciertos focos de delincuencia. Para ello, la policía tendrá presencia permanente y contará con profesionales del ámbito social. “Seremos un vecino más”, dijo la subcomisaria Priscila Muñoz, del Departamento de Apoyo y Acción Comunitaria.
“La PDI entiende que su rol social supera ampliamente el cumplimiento de su misión, que es investigar los delitos. Participar de este proyecto histórico para La Legua es un desafío que nos motiva a ser más profesionales y cercanos con la comunidad”, dijo el director de la PDI, Héctor Espinosa.
La caída de los muros es el comienzo de las obras que se realizarán en el lugar durante aproximadamente dos meses. Además de la limpieza de los escombros y la basura contenida en los paredones, se nivelarán las calles para permitir el paso de vehículos, así como la instalación de iluminación led en cada acceso.
El desarrollo del barrio desde sus inicios hasta la actualidad, pasando por los cuatro hitos que fueron dando forma al barrio: Legua Vieja (1920), Nueva La Legua (1947), Emergencia La Legua Sector I y II y los Jardínes de San Joaquín (2017).
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