domingo, 25 de octubre de 2020

El palacio Cousiño (Santiago).-a


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En la década de 1870 la calle Dieciocho era una alameda de sauces con pavimento de madera, el que hacía disminuir el ruido de los carros y sus caballos. Cada 18 de septiembre, desfilaban por aquí los regimientos y las multitudes rumbo al Campo de Marte, en donde las familias instalaban sus carpas hasta por tres días para comer, bailar y beber.
Luis Cousiño, dueño de la mina de carbón de Lota, la mina de plata de Chañarcillo y la viña Cousiño-Macul, millonario y filántropo, compró casi al final de esta vía un extenso solar en donde pediría al arquitecto francés Paul Lathoud construir su residencia familiar. Al mismo tiempo propuso a su amigo, el intendente Benjamín Vicuña Mackenna, transformar el Campo de Marte en un gran parque, financiando desde los 60 mil árboles y las lagunas, hasta las estatuas, fuentes, pabellón de música y uniformes franceses de los guardaparques. Aires parisinos en un Santiago cada vez más suntuoso en donde ya existían los palacetes de los Urmeneta en calle Monjitas, el de Edwards en calle de La Catedral y los de Meiggs, Elguín y Garín en La Alameda.

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Sin embargo, el destino querría que el sociable y querido benefactor de la época no pudiese alcanzar a ver su Palacio terminado. Una tuberculosis le quitaría la vida en Perú, por lo que tanto la construcción de la mansión como sus negocios (incluida una flota de barcos) pasaron a manos de su esposa, Isidora Goyenechea Gallo.
“Buscando documentación para un libro que estamos preparando con la historia del Palacio nos enteramos que don Luis contrató personal para que le enseñara a doña Isidora a llevar los negocios por si a él le pasaba algo. Era muy previsor en su vida y súper habiloso, en una época en donde las mujeres no eran muy consideradas en el plano económico y menos para hacerse cargo de un negocio”, nos cuenta Carmen Roba, administradora del Palacio Cousiño.
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Con esa tarea por delante, Isidora no reparó en gastos y llenó de lujos la mansión para sus seis hijos Luis Alberto, Carlos Roberto, Luis Arturo, Adriana, Loreto y María Luz. Con 3.500 metros cuadrados, dos pisos, doce salones y una cava en el subterráneo, fue la primera propiedad en Sudamérica en poseer un generador eléctrico (comprado a Thomas Edison, amigo de la familia) y la primera también en tener, gracias a su sistema de calefacción, agua caliente y agua fría simultáneamente. Para el placer de sus residentes, de las duchas salía agua perfumada.
“Isidora, viajera incansable, lo amobló a la más fina moda de entonces. Su menaje es una típica muestra de lo que se podía adquirir en ese maravilloso París de fin de siglo. Allí están las mejores muestras de los tapiceros, bazares y casas de arte del bulevar de los italianos y de La Paz” se lee en la descripción de German Kraushaar para Revista En Viaje (1956). 
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En los barcos de la familia se trajeron los terciopelos, brocatos, porcelanas de Sèvres, Limoges y Maissen, muebles Luis XVI, parquet tallado a mano de nogal, caoba, roble americano, ébano y haya alemana, y palmetas con el símbolo hinduista de la suástica (que la puedes encontrar en el reconstruido segundo piso). También las entonces inéditas mayólicas italianas (cerámicas pintadas sobre loza), mármoles en distintos tonos para la escalinata principal, una serie de pinturas murales del francés Georges Clairin en las paredes y los cielos y una impresionante lámpara de lágrimas de cristal de más de media tonelada ubicada en el hall central.
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Uno de los salones más impresionantes es el de baile más conocido como el Salón Dorado, con molduras y paneles laminados en oro, y que Isidora decoró siguiendo los deseos de su difunto esposo que anhelaba este espacio de espejos como una veneración al Palacio Versalles. “Una chimenea de mármol de carrara, espejos empotrados, cortinajes dorados y un plafond del pintor Ignace Domaira, complementan la ya espectacular puesta en escena del salón que también tiene mobiliario Luis Felipe compuesto por numerosas sillas, entre los que destacan dos indiscretos” con tres asientos para que las parejas siempre estuvieran acompañadas de chaperonas, indica una detallada investigación de Brugmann Restauradores.
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A esto se suma un comedor con 24 sillas, con estética Enrique II, muros de nogal y aparadores con vitrinas de estilo gótico y el parque  exterior que rodeaba el palacete, diseñado por el paisajista español Manuel Arana Bórica, y que tenía una glorieta, laguna, zonas de descanso, senderos y grandes árboles.
En medio de ese lujo vivió Isidora acompañada de sus amistades más íntimas, preocupada de la educación de sus hijos y de los negocios de la familia. Pasando largas temporadas en Paris y dedicándose a labores de beneficiencia para la iglesia, niños huérfanos y enfermos, tanto en Santiago como en Lota.
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Arturo Cousiño Lyon fue el último descendiente en vivir en la majestuosa mansión, cediéndola en 1940 a la Municipalidad de Santiago, que a su vez la destinó como residencia para personalidades ilustres. Aquí se hospedó la primera ministra de Israel, Golda Meier; el Presidente francés Charles de Gaulle y el Rey Balduino de Bélgica. Sólo la Reina Isabel II no pudo quedarse en el Palacio porque un incendio en 1968 afectó el segundo piso que obligó a repararlo. Nueve años más tarde el recinto abriría las puertas a la ciudad como museo.
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El palacio Cousiño es un palacio residencial ubicado en la ciudad de Santiago (Chile). Se encuentra en la calle Dieciocho 438, en la comuna de Santiago.

Construcción
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El palacio Cousiño fue el hogar de la familia Cousiño-Goyenechea, una de las más acaudaladas familias de Santiago, quienes eran dueños de la mina de carbón de Lota, la mina de plata de Chañarcillo y la viña Cousiño-Macul, entre otras.
El palacio se comenzó a construir en un terreno de 11 000 m² en 1870​ para el matrimonio compuesto por Luis Cousiño, fallecido en Perú en 1873 aquejado de tuberculosis, e Isidora Goyenechea. Tuvieron seis hijos: (originalmente eran ocho, Isidora que falleció al nacer y Alfredo fallecido a la edad de un año) Luis Alberto, Carlos Roberto, Luis Arturo, Adriana, Loreto y María Luz. Las obras terminaron en 1878 pero fue inaugurado en 1882.


Historia
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Tres generaciones de la familia Cousiño habitaron el palacio por seis décadas, hasta 1928. En 1940 fue sacado a remate con parte de su amueblado y pertenencias. En ese entonces el alcalde de Santiago, el señor Pacheco Sty, llegó a un acuerdo con la familia, prácticamente donó la propiedad a la municipalidad de Santiago por la suma de tres millones de monos en bonos, con la condición de que el palacio se conservara como tal. El 12 de octubre de 1968, un incendio destruyó completamente el segundo piso.​ En 1977 el alcalde Patricio Mekis abrió el palacio como museo y en 1981 fue declarado Monumento Nacional.
El Palacio fue usado para alojar a grandes personajes que visitaban Santiago. El gobierno chileno recibió en este palacio a la canciller de Israel Golda Meir, a los presidentes Adolfo López Mateos de México, Heinrich Lübke de Alemania, Giuseppe Saragat de Italia, Charles De Gaulle de Francia, el rey Balduino de Bélgica, entre otros. También pretendía recibir a la reina Isabel II de Inglaterra, quien visitaría Chile en noviembre de 1968, un mes después del incendio, pero la soberana debió ser alojada en el ex-Hotel Carrera. Se reconstruyó entre 1970 y 1980 alojándose a los presidentes João Baptista Figueiredo de Brasil en 1980 y Gregorio Álvarez de Uruguay en 1982.
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Distribución

El palacio Cousiño es un palacio de dos pisos, de distribución europea, que consta de 12 salones, de distintos estilos.
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Entrada: el piso de este salón es de mayólica italiana y en las paredes hay ocho óleos del pintor francés George Clairin; cuatro en la parte superior con arreglos florales y cuatro en la parte inferior que representan las cuatro estaciones con paisajes europeo. Atrás hay dos jarrones de bronce de la dinastía china Ming, de 400 años de antigüedad.
Salón de Recibo: está decorado con muebles estilos Luis XVI laminados en oro. Este salón fue afectado por el incendio, por lo que el tapiz de los muebles está restaurado. Hay tres cuadros: El Desastre Doméstico de Fermín Girard, El Tren Nocturno de Enrique Swinburn, y una marina de este mismo autor.
Salón Dorado: en la época "Salón de Baile" o "Salón de los Espejos", es famoso por el juego de espejos usado para dar amplitud. Los muebles son de estilo Luis Felipe y destaca el Indiscreto; silla para tres personas, diseñada para ser usada por un hombre, una mujer y una chaperona. Las cortinas son de seda con aplicaciones; confeccionadas a mano por monjas de claustro franceses. El plafón del techo es del pintor francés Joany Domaire, fue restaurado por el chileno Miguel Venegas.
Salón de Música: decorada estilo Regencia francesa, este salón de forma ovalada conserva el piano de cola Erard original. En la época, además había una tarima para doce músicos de la familia. Destaca el detalle de las cenefas, cada una con un instrumento diferente. Detrás del piano se encuentra una obra del italiano Rossi, Lucia.
Salón de Té: amueblado estilo Luis XVI, esta habitación estaba destinada a las mujeres. Hay cuatro cuadros: Busto de mujer de Marcial Plaza, La mucama de celeste de Pedro Lira, La niña con corona de flores de Marzzalini y Paisaje de invierno de Ghisolfi. Bajo los cuadros italiano hay dos chiffonnier hecho de palo de rosa con incrustaciones de porcelana francesa.
Salón de Juegos: de estilo morisco, se aprecia el detalle de la cenefa, con la estrella y la media luna, ya que de los musulmanes provienen los juegos de azar. Se conservan las mesas de juego originales y las cortinas más valiosas de la casa, hechas de terciopelo bordadas con hilos de oro y plata. Este salón (opuesto al salón de té) era sólo para los hombres y el único lugar de la casa donde se podía fumar. Hoy conserva los regalos intercambiados por los alcaldes de Santiago con países extranjeros.
Invernadero: de estilo Art Nouveau, es una estructura de fierro y vidrio con vitrales de color azul cobalto. En el piso se puede ver el sistema de calefacción original, la salida del calor era a través de la reja de fierro forjado que forma un rectángulo abarcando todo el piso. Colocadas en oposición hay dos esculturas de mármol, Eva y Mignon.
Comedor principal: de estilo Barroco Bávaro conserva los utensilios originales, entre ellos copas de cristal de Baccarrat y Val Saint Lambert y los cubiertos hechos de plata chilena trabajada en Inglaterra. Sus muebles están tallados en madera de nogal, entre los cuales destacan dos aparadores franceses tallados y el enorme mueble de la parte frontal del comedor (a los lados de éste, dos puertas ocultas en el muro para los sirvientes de la casa). Los muros están tapizados con cuero pirograbado. Originalmente por las mismas puertas de los sirvientes se accedía a un comedor para los niños.
Hall Central: gran salón de estilo neoclásico con columnas jónicas y revestimiento de mayólica italiana en los muros. A un costado se encuentra una jardinera también de mayólica italiana que anteriormente era una fuente de agua. El cortinaje es original bordado a mano. La lámpara del centro es una gemela de la que existe en el Teatro Municipal de Santiago, la cual está compuesta por aproximadamente 13.800 cristales y 60 ampolletas. Destaca la escalera la cual está hecha de 22 tipos de mármol diferentes. Antes del incendio, el techo era un tragaluz. Al fondo hay dos réplicas fotográficas de dos óleos de Luis Cousiño e Isidora Goyenechea.
Sala de Armas: en este salón del palacio se encuentra la colección personal de armas de Luis Cousiño (la colección incluye varias espadas, un hacha mapuche, una cimitarra japonesa, armas de la conquista de Chile, armaduras, etc.). En este salón los jóvenes varones practicaban esgrima. Allí también se encuentra el primer ascensor chileno.
Pinacoteca: este salón, aparte de pinacoteca y biblioteca, también era usado para jugar billar. También se le llama salón de Monvoisin, ya que en él se encuentran 5 óleos de este pintor que vivió en Chile: Alí Pachá y Vasiliki, Carlota Corday en prisión, Eloísa en el sepulcro de Abelardo, Guerreros griegos, La última noche de los girondinos. Después de que Monvoisin regresara a Francia, la familia Cousiño Goyenechea compró otras telas del pintor, particularmente a su viuda Dominique: El naufragio del «Joven Daniel» y Caupolicán prisionero de los españoles (ambos cuadros se encuentran ahora en Museo O'Higginiano y de Bellas Artes de Talca). En la pinacoteca, hay una curiosa mesa regalada por Italia a Chile con el escudo chileno: diseñado por un pintor inglés, que no conocía la fauna local, lo hizo con un caballo y un águila en vez de con el cóndor y el huemul.
Comedor de diario: este era el comedor que la familia utilizaba en la vida común, y se comunicaba con la zona de servicio a través de una puerta doble oculta en el muro que daba a un pasillo. Destaca un reloj cucú de haya alemana.
Segundo piso: Gran parte del mobiliario fue destruido en el incendio, mas algunas piezas importantes se salvaron gracias que se les había enviado a refaccionar con motivo de la visita de la reina Isabel II.
Originalmente el 2.º piso contaba con 10 habitaciones, 3 salones y 5 baños, después del incendio solo se conservan 7 habitaciones con baños interiores y 5 salones que las separan. No se conserva ningún baño original, los actuales cuentan con artefactos y alhajamiento moderno.
Destaca entre las habitaciones la destinada a don Luis Cousiño con un escritorio al lado, la habitación de doña Isidora, la habitación del niño que conserva mobiliario original traído después del incendio por una descendiente, hecho a medida de un infante y la habitación con balcón donde nacieron los tres últimos nietos que habitaron el Palacio: dona Adriana, doña Violeta y don Arturo. En los pasillos hay pertenecías de la familia Cousiño donada por los descendientes. Al subir la escalera se encuentran 10 óleos (5 a cada lado) que representan a la Familia en las dos ciudades donde vivían: Santiago y París, los originales se quemaron y fueron pintados de nuevo por Miguel Venegas Cifuentes, pintor chileno. Aún se pueden ver las escaleras de servicio por las cuales se accedía a las habitaciones de las institutrices francesas e inglesas.
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Jardines: El jardín, hoy en día incluyendo la ex Plaza Las Heras, conserva los árboles y límites originales. Se pueden ver los dos leones de hierro que miraban hacia las viña Cousiño-Macúl, y la casa de los sirvientes, en la cual llegaron a vivir 25 personas al servicio de las 7 personas de la casa.

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