viernes, 16 de abril de 2021

Capilla Las Animas de santiago.-a


Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; Anllela Hormazabal Moya ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; Ana Karina Gonzalez Huenchuñir; Alamiro Fernandez Acevedo; Francia Carolina Vera Valdes; Tatiana Flor Maulén Escobar; Raúl Meza Rodríguez; 


Más de 100 años de historia y de oración a quienes ya fallecieron tiene la Capilla Las Animas, ubicada en Teatinos 765, pleno centro de Santiago. El templo,fue declarado Inmueble de Conservación Histórica y cuya construcción data de 1906.
El origen de este tipo de capillas se remonta a los tiempos de la Contrarreforma, a mediados del Siglo XVI, en España y Portugal. Y fueron traídas al continente americano durante el proceso de colonización.

Su objetivo era eminentemente práctico: estos templos eran construidos de manera contigua a caminos y senderos, con el fin de que los viajeros que pasaran por esos lugares pudieran tener un espacio tranquilo para orar y para entregar una ofrenda a las almas de quienes ya no están. En el caso de la capilla santiaguina, se la ubicó cerca de los trenes de la entonces Estación Mapocho.







El prolífico investigador y folklorógolo Oreste Plath nos invitaba a no confundir los conceptos, sin embargo: aunque estén relacionados, mientras las ánimas son las almas en el Purgatorio, las animitas son esa forma de culto por las almas de los difuntos que persistirá en nuestro plano material de existencia, donde ellos ya no están.
De alguna manera, entonces, la Capilla de Ánimas viene a ser una suerte de animita gigante y colectiva, para todas las almas que permanecen en el Purgatorio a la espera de retomar su senda hacia los reinos celestiales. Muchos otros templos en el mundo ostentan tal categoría y función a favor de las ánimas, por cierto, según parece interpretando mensajes bíblicos como la sentencia de San Pablo, en 1 Corintios 3:13-15:

"Pero el día del juicio, el fuego revelará la clase de obra que cada constructor ha hecho. El fuego mostrará si la obra de alguien tiene algún valor. Si la obra permanece, ese constructor recibirá una recompensa, pero si la obra se consume, el constructor sufrirá una gran pérdida. El constructor se salvará, pero como quien apenas se escapa atravesando un muro de llamas".

No todo se sabe sobre la historia de este pequeño pero singular templo santiaguino, sin embargo. Ni siquiera hay claridad sobre su origen, pues en la administración del recinto conocen documentos municipales que mencionarían la capilla hacia 1915, aunque especulan que su construcción podría remontarse al 1900-1910 aproximadamente, recibiendo etapas de influencias posteriores. Un reportaje del diario "La Segunda" del 24 de julio de 2013, comentaba de la existencia de planos en el archivo de Aguas Andinas (ubicada a sólo un par de cuadras de  allí, a espaldas de la ex Cárcel Pública), confirmando que el edificio se remontaría específicamente a 1906.
Es preciso detenerse un poco para contextualizar el barrio en el que surgió esta capilla. La calle de San Pablo, antigua conexión del Camino a Valparaíso con la ciudad santiaguina, se llamó así por el recinto religioso y la plaza ubicados en esta arteria con la entonces denominada calle del Colegio, hoy Almirante Barroso. Subiendo por San Pablo hacia la ubicación del Mercado Central, además, aparecían a la vista los campanarios de recintos religiosos como el de las monjas rosas, que dieron nombre a la calle Rosas por quedar hacia ella su iglesia y accesos; y el de las capuchinas, ocupando toda la cuadra entre Rosas y San Pablo con Bandera, en donde hoy está el Edificio Capuchinas, precisamente.
Se ha tratado, como se ve, de un vecindario de la ciudad fuertemente influido por la religiosidad y con la presencia de varios otros templitos menores para el ejercicio de la fe institucional, como sucedía e el antiguo Cuartel de San Pablo, a pocos metros de la Capilla de Ánimas, y el de la Cárcel Pública, de la que hoy sólo queda el pabellón frontal que da hacia la ex calle Sama, General Mackenna en nuestros días, con el largo de toda la cuadra.
Por otro lado, hacia los años en que se levanta la Capilla de Ánimas, existía en la cuadra vecina de San Pablo (entre Amunátegui y Teatinos) el Cuartel Policial de San Pablo. Y por ahí en donde estuvo después la mencionada Cárcel Pública, se halló hasta 1883 el cuartel de las Brigadas 3ª y 4ª de Infantería, trasladadas de lugar ya hacia fines de la Guerra del Pacífico. Como registro de su existencia, existieron por mucho tiempo después en Teatinos con Mapocho (hoy Balmaceda), unos caballetes de rieles donde los funcionarios policiales amarraban sus animales (allí habían estado los corrales de las Comisarías de Caballería) y, por el lado de la Sección de Seguridad ubicada en Sama con Teatinos, otra capilla para las misas de los domingos, muy importante para el personal. Cuando fue demolido este templito, la tropa mantuvo la tradición de continuar las ceremonias religiosas dominicales cuidadosamente formada, pero ahora en la Iglesia de Santo Domingo, como se señala en el "Álbum de la Policía de Santiago" de Oscar Honorato C. y Oscar Urzúa A., de 1923.

Fue, quizá, la influencia de aquel carácter institucional lo que llevó a que la Capilla de Ánimas se constituyera, a partir de 1920 aproximadamente, en la sede del vicariato castrense. Al mismo tiempo, figuraba como Viceparroquia del Sagrario, con los mismos límites urbanos que la Parroquia del Sagrario por ser subordinada a ella, según la "Guía general de Santiago de Chile" de 1918.
Pero, además, la capilla de nuestra atención era ya en aquel entonces la sede canónica de la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús en Favor de las Almas del Purgatorio, hoy cofradía aún en actividades. Esta asociación existía desde tiempos muy anteriores, y había sido agregada en Roma a la Archicofradía Primaria de Animas, el 20 de febrero de 1903. Una tremenda curiosidad para el folklore religioso, es que tal cofradía está integrada por vivos y difuntos, según se define: los primeros acá, y los segundos desde el Más Allá. En teoría, pues, opera y reúne a ambos lados de la línea de los planos de existencia.
A mayor abundamiento, la asociación responde a un modelo de fe y de servicio por los difuntos que fue bien conocido en la Península Ibérica después de la Contrarreforma, en el siglo XVI, y que se trajo a los pueblos de América en tiempos coloniales. Un interesante artículo del docente de la Universidad de Playa Ancha, Richard Fairlie López, titulado "Las fundaciones piadosas de la Parroquia Santa Ana y del Convento Franciscano Máximo Nuestra Señora del Socorro de Santiago de Chile. 1766-1809" (publicado en el "Boletín Histórico de la Sociedad de Historia y Geografía de Chile", Año V N° XVIII, 2016), explica los antecedentes de la tradición, en el preámbulo:
"En los albores del Cristianismo se creía firmemente en la oración por los difuntos como una necesidad y un acto eficaz y también se depositaba plena confianza en la misa por difuntos. Desde luego San Agustín había recomendado rezar oraciones, dar limosnas para que las almas sufrientes en el purgatorio pudieran salir de ese lugar y se encaminaran al cielo y por sobre todo se ofreciera la misa por estas almas. El término 'purgatorio' se afianzó en los concilios ecuménicos medievales. Para la Iglesia Católica, la misa era y es la oración por excelencia que por ser el sacrificio de Jesucristo, tenía y posee más eficacia para rescatar almas del purgatorio y mayor que otras formas".

Durante todo el período de servicio castrense de la capilla, paralelo al de su ocupación por las almas del Purgatorio, la concurrencia de público al lugar habría sido enorme. Fue entonces cuando se construyó su particular fachada con molduras y cornisas, de ecléctica relación estilística con evocaciones neorrománicas. Esta fachada fue hecha en 1945, según consignan documentos consultados por la señalada edición del diario "La Segunda", lo que explica la diferencia de rasgos y de materialidad entre el frente del edificio y el resto del mismo.
Las fuentes señalan que el carácter castrense se mantuvo para el templito hasta 1950, como señaló también un reportaje especial del diario "El Mercurio" del 6 de marzo de 2010, publicado en su "Revista de Vivienda y Decoración". Es verdad que la vicaría castrense se trasladó hacia mediados del siglo XX hasta el templo definitivo de Los Leones con Nueva Providencia, enfrente a la Plaza de los Leones; sin embargo, tenemos a la vista algunas sugerencias de que la Capilla de Ánimas seguía en tal rol todavía hacia 1962, tal vez parcialmente, de acuerdo a lo que se desprende del "Diccionario Biográfico de Chile".
Para ser más claros, fue el sacerdote Salustio Suárez Contreras el encargado a la sazón de la Capilla de Ánimas, durante su servicio como religioso castrense, precisamente. Ordenado sacerdote en 1930, el Padre Suárez asumió más tarde como Capellán de la 4ª División del Ejército y Secretario de la Vicaría Castrense, alcanzando el grado de Subteniente Capellán con que registra oficina en la dirección de la Capilla de Ánimas todavía en la primera mitad de los años sesenta. A Suárez lo sucedió, antes de terminada la década, el Párroco Luis Alvarado, según se desprende de la "Guía parroquial y guía eclesiástica de Chile" de 1969.
Empero, con el tiempo esta característica se perdió y se separó por completo tanto de la vicaría castrense como después de la representación viceparroquial, quedando asociada exclusiva e indivisiblemente a la cofradía de las almas del Purgatorio.  Así la asociación, con aprobación eclesiástica, realiza tradicionalmente ceremonias para vivos y fallecidos allí: las llamadas Misas por los Difuntos que se realizan todos los lunes, con gran participación del sacristán Mario Ortega en los años más recientes. Se encendían velas por ello y se realizaban oraciones colectivas, especialmente solicitando la intervención de la Virgen del Carmen en el rescate de aquellas ánimas, como lo expresa una plegaria para esta advocación mariana, difundida por el poeta y sacerdote chileno, Obispo Ramón Ángel Jara (1852-1917):
"Sed el remedio de los enfermos, la fortaleza de las almas atribuladas, la protectora especial de los moribundos y la redentora de las almas del Purgatorio".

Afuera del templo, además, por el lado de la entrada lateral, fue dispuesto un pequeño oratorio con candeleros para velas, en donde los devotos de las "almas benditas" del Purgatorio podrían hacer rezos, peticiones y solicitudes durante todo el resto de la semana, cuando estuviese la capilla cerrada inclusive. Una gran cantidad de hollín de las ceras subía por esas paredes de ladrillo, en este lugar preciso de su exterior.

Todavía en los años ochenta, sin embargo, la capilla figuraba formalmente como sede viceparroquial del Sagrario, bajo dirección del Padre Julio Reinaldo, según la "Guía de la Iglesia en Chile" de 1988. Este sacerdote estaba a cargo de la Parroquia del Sagrario, allí en la Plaza de Armas y formando parte del Decanato Centro. A inicios de la década siguiente, esta situación administrativa iba a cambiar definitivamente.
Cabe observar que la capilla está exactamente al lado de la sede de las Hermanitas del Cordero "Luz de la Resurrección". Estas monjas llegaron en 1992 a ocupar el edificio y las dependencias que antes estaban más relacionadas hasta entonces con la Capilla de Ánimas y con la instancia de la ex Viceparroquia del Sagrario. De ahí que compartan el mismo número en la calle Teatinos, tanto la capilla como la casa de las hermanas.
El suntuoso edificio de las religiosas, que hace esquina con San Pablo, fue restaurado hace pocos años, obras encargadas al arquitecto Juan Manuel Inostroza y concluidas en mayo de 2011. En su interior, el pequeño monasterio tiene otra capilla de la filiación dominica a escasos metros de la de Ánimas. Desconozco cuántos otros casos de curiosidades así habrá en Santiago, con dos templos religiosos más relacionados con el culto popular que las grandes iglesias, y perfectamente vecinos. Dejaré para el futuro alguna entrada dedicada precisamente a las dependencias de las Hermanitas del Cordero y fotografías correspondientes a este atractivo rincón tan poco conocido de la ciudad.
Tras sobrevivir a varios terremotos y grandes sismos, la Capilla de Ánimas no pudo con el cataclismo del 27 de febrero de 2010 y parte de ella se perdió: los pesados escombros de las cornisas del tímpano en el frontón y del campanario, acabaron derrumbados sobre la calzada y berma de calle Teatinos, junto a la cruz que la coronaba; interiormente las grietas atravesaron en varios sentidos el vetusto edificio, cruzándose entre sí. A causa de estae azote, perdió gran parte de sus características y molduras decorativas en la fachada, se debilitaron los muros cercanos al altar y el techo quedó en estado tan precario que incluso se llovía el interior. Nada tan grave como para no poder recuperarla, sin embargo.
Mientras seguía siendo reparado el monasterio de las Hermanitas del Cordero, la Capilla de Ánimas permaneció algunos años más aún arruinada, esperando que alguien la salvara. Recién en 2013, la Fundación Patrimonio Cultural y Artístico del Arzobispado de Santiago, con esencial participación de la oficina de arquitectura Tándem, presentó exitosamente un anteproyecto de reconstrucción y restauración al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, buscando recursos para iniciar las obras a través de los Fondos del Patrimonio. De los 247 millones de pesos que costarían los trabajos, el Consejo cubrió 115 millones.
Las insistencias de los feligreses pidiendo restaurar la iglesia, habían sido otra importante influencia para poner el marcha el plan. Era tal la devoción espiritual que seguía generando el pequeño edificio entre los fieles que, según reconoció después a la prensa el Padre Pedro Narbona a cargo del templo, los obreros encargados de la reconstrucción, hacían excepciones a las restricciones de acceso del público decretadas por la Municipalidad de Santiago, permitiendo visitas de los insistentes. Formalmente, sin embargo, las tradicionales Misas de los Difuntos de los días lunes, se trasladaron hasta la Catedral Metropolitana durante esta larga espera.



Nave del edificio, vista diagonal. Destacan las imágenes religiosas, el gran retablo con la escena de Jesús al rescate de las ánimas, y los arcos de columnas germinadas.

El retablo de madera de las ánimas es un altar propio dentro del edificio, de gran veneración popular por las "almas benditas del Purgatorio".

Tras largo tiempo de espera y de trabajos de recuperación, se reconstruyó la capilla con sus líneas originales y se cambiaron sus colores exteriores e interiores azules (evocadores del cielo) por otros más claros, como el ocre pastel exterior, que -de acuerdo a un estudio de los arquitectos- había sido el color original del inmueble. Se le agregaron también algunos refuerzos, para asegurar la resistencia ante futuros ataques de la naturaleza y la propia fatiga del tiempo sobre los materiales.
Las obras fueron entregadas a Arzobispado de Santiago el 10 de diciembre de 2015, aunque pasó un tiempo más antes que el templo fuera dispuesto otra vez al público y de manera estable, abriendo sus puertas a los visitantes y las misas recién hacia fines de noviembre del año siguiente, con una homilía del Arzobispo de Santiago, Cardenal Ricardo Ezzati. También se le mejoraron sus accesos por el lado de la calle, hacia el sector del pasillo lateral y el oratorio.
El edificio ocupa unos 250 metros cuadrados y cuenta con dependencias posteriores, que incluyen oficinas y pequeños patios. Tiene una nave única con coro abalaustrado sobre el acceso principal y el paso lateral hacia las dependencias interiores, al costado derecho. Cuenta con un falso arco interior de estilo Tudor, dividiendo el sector del presbiterio y el altar, y uno central de columnas germinadas en la nave, un par a cada lado, de estilo neoclásico. El área del presbiterio tiene pequeños espacios laterales que funcionan como pasillos hacia la sacristía y las oficinas, divididas del interior del templo por pequeñas columnatas con arcos de medio punto. El piso es de viejas baldosas en bastante buen estado, después de todo.
Los vanos principales de la nave, también con arco de medio punto asegurando la iluminación natural, cuentan con vitrales geométricos modernos que parecen ser donaciones, pues en ellos se observan inscripciones con dedicatorias por cuyas almas se pide rogar. Alcanzamos a distinguir los nombres de Laura Pizarro de Canales, Luis Undurraga, Eduardo Edwards, Javiera S. de Edwards, Domitila Ossandón de Ahumada, León A. Celedón, Jorge y Laura López Campo, María de los Ángeles Telles Ossa, Domitila Otero, Enriqueta Espinosa, C. Bezanilla y J. de Bezanilla, y Gustavo Valenzuela. Por el óculo o rosetón de la fachada, ingresa la luz al interior justo en el coro, y las hojas de sus cristales también son coloridas. Lo mismo sucede con las mamparas del acceso.
La imaginería religiosa y esculturas sacras son otro atractivo de enorme valor en el lugar, unas montadas en pedestales y otras en ménsulas con querubines en los propios muros. Ya en la propia puerta de ingreso se encuentra el visitante con un magnífico trabajo distribuido en un arco de medio punto, con enchapados, aldabas y bisagras antiguas. En su madera se lee la inscripción del mensaje divino para Constantino: "CON ESTE SIGNO VENCERÁS", aunque acompañada por el blasón con una cruz maltesa más parecida a la templaria que al tradicional Crismón. Y sobre esta puerta, delineando el arco, una medialuna muestra el relieve de trabajo de estucos con una escena de la Virgen del Carmen y los arcángeles rescatando las almas del Purgatorio.
Interiormente, a pesar de la sencillez del edificio, destaca entre las obras de arte una valiosa estatua de Cristo del siglo XIX, que originalmente estaba en la Basílica del Salvador, otro histórico edificio religioso castigado por los terremotos pero que hoy vive su propio proceso de reconstrucción, para felicidad de muchos.

El Cristo principal se ubica atrás del altar con hermosa escena en relieve de la Última Cena. Está sobre el sagrario y dispuesto en la forma y actitud del Cristo Resucitado, con su campante estandarte. Sobre las ménsulas de los muros, encontramos las imágenes de San Miguel Arcángel dando muerte al demonio, San Judas Tadeo con algunas placas de agradecimientos de los fieles, Santa Teresa de Los Andes y el Santo Niño Jesús de Praga. Y sobre pedestales, a los lados de la nave en el límite con el altar, están la imagen de la Virgen del Carmen con el Niño Jesús, y frente a ella la representación del Jesús del Sagrado Corazón. Una Virgen de la Inmaculada Concepción está cerca del acceso, en el nártex del templo, bajo el coro.
Mención especial merece el Retablo del Purgatorio, valiosa obra del siglo XIX tallada en madera y de buenas proporciones, que se halla a un costado, hoy situado en el muro norte de la nave. Muestra una escena en que Cristo Rey, con la Virgen María a su diestra, los arcángeles y los serafines, intercede por las armas del purgatorio para liberarlas de sus sufrimientos entre llamas de apariencia bastante infernal. Una de las figuras de las ánimas del retablo, sin embargo, no está a la vista, quedando un hueco o calado en la madera en el lugar en donde debería hallarse, al centro inferior, justo bajo el Jesucristo en Gloria.
La escena del gran retablo parece estar evocando pasajes como el del Cristo juez de vivos y muertos, descrito en el Evangelio de San Mateo 12: 31-32:

"Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero".

Es aquí, frente a este magnífico retablo, que nos encontramos con la demostración del carácter de animita colectiva que tiene esta capilla y, especialmente, esta pieza artística convertida en altar popular: bajo ella hay una gran cantidad de placas de agradecimientos por los "favores concedidos", rasgo propio e indiscutible del culto popular a las ánimas. Algunas placas están dirigidas a otras de las figuras religiosas de la nave, como San Judas Tadeo, San Rafael, Santa Teresa de los Andes y algunos fallecidos particulares, pero quedaron colocadas acá. La mayoría, sin embargo, agradecen intervenciones de las "almas del Purgatorio", "animitas del Purgatorio" o "almas benditas".
Las solicitudes que vecinos y devotos hacen ante el retablo o también en el oratorio exterior cuando está cerrado el templo (había incluso placas de agradecimientos en él, antes), generalmente tienen que ver con salud, bienestar familiar y asuntos domésticos, como ayudas con objetos extraviados o urgencias de recibir algo positivo. Algunos creyentes han asistido hasta este lugar solicitando y agradeciendo favores por más de 40 años, según se sabe en la cofradía.



Actualmente, la Capilla de Ánimas continúa con las Misas de los Difuntos del cada lunes, hacia las 9:50 de la mañana, único día en que atiende el párroco. Adicionalmente, la cofradía de las almas del purgatorio realiza misas por las ánimas y por los fallecidos (a solicitud de sus deudos) todos los días, a las 19 horas, en la vecina capilla de las Hermanitas del Cordero, y rezos del rosario de lunes a viernes en la propia Capilla de Ánimas, a las 17 horas, por las almas de los difuntos.

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